Muérdeme cocodrila
clava tu piano porcelana
en mi piel sanguijuela
destázame engulle repárteme fracturas
desafina el podrido autismo
de la carne durmiente
acércate cocodrila no te haré daño se supone
que yo soy la presa una cebra inmóvil caballo
indeciso entre la noche y el día
tu mandíbula ábrela disloca el perfil del agua
desgarra mi equilibrio en la superficie convulsa
al fondo llévame de tus larvas convídame el signo invisible
maquíllate preciosa con mi sangre ritual banquete desleído
pronúnciame las letras infinitas del silencio Sísifo carga una piedra y se le devuelve así mi soledad erosiona el suplicio mirando como te alejas sin ni siquiera reventarme con tu cola la cara
mastícame por última vez te lo digo la noche entierra su silicio y luego amanezco como una virgen encostrada en el antifaz del milagro
soñar solo no me importa no quiero vivir solo triste ventosa en la saliva del aire
no aguanto más cocodrila disimulo estar bien como el dolor bajo la herida pero es inútil reviento esquirlas yugulares deletreo el canto de los cerdos enfrentándose a la muerte
mi carne brilla enceguecida abnegada sin el frugal seísmo del beso lámeme
con tu olfato rastrea las huellas grises de mis pezuñas el camino desértico que trazo sobre la página arenosa de mi vida
incendia con tu lengua la vegetal insistencia de las horas
apaga el carbón de mis ojos con el manantial de tu mirada
muérdeme cocodrila
hunde despaciosa tus navajas
el crimen está a la orilla del abismo
mi cuerpo reclama
el colmillo
voraz
de tu voz
el graffiti
espectral
de tu aliento
sobre los muros rotos
de mi vientre
o. pirot (inédito)
No me canso de leer este poema.
ResponderEliminarHola Rebeca! No tengo palabras para agradecer tu comentario y el recorrido de tus ojos sobre este poema. Solo queda reiterarme en una palabra: gracias!
ResponderEliminarEspero vernos pronto por ahí!
te lo robo para mi blog
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