Mudanza
y al instante
el hueco
y el vacío
se llenaron de mí.
o. pirot
CARTA ABIERTA EN DEFENSA DE LA PLURALIDAD Y CONVIVENCIA DE POÉTICAS
La realidad no es legible de manera evidente. Las ideas y teorías no reflejan sino que traducen la realidad, pudiendo traducirla de manera errónea. Nuestra realidad no es otra cosa que nuestra idea de la realidad. Del mismo modo, importa no ser realista en un sentido trivial (adaptarse a lo inmediato), ni irrealista en el mismo sentido (sustraerse de las coacciones de la realidad); lo que conviene es ser realista en el sentido complejo del término: comprender la incertidumbre de lo real, saber que existe una porción de lo posible aún invisible en lo real.
Edgar Morin
El lenguaje poético es un patrimonio colectivo. Una urdimbre tejida en la arena de la diversidad. Nuestras tradiciones literarias siempre se han visto atravesadas por múltiples mutaciones que han ayudado a componer y descomponer el ovillado paisaje de la palabra. No en vano la palabra recoge la complejidad genésica de nuestra existencia. Así ha sido en el caso de la lengua española. La(s) literatura(s) panhispánica(s) (de acá y allá, en diálogo unas veces, aisladas otras) siempre han manifestado en su devenir histórico la riqueza de lo plural, el desborde de lo conectivo. No existe una deriva única de lo poético. Nunca se produjo una voz homogénea para toda nuestra tradición. Las tentativas de encerrar el lenguaje literario dentro de límites inamovibles han dado como resultado estructuras cerradas de pensamiento que trabajan en contra de la propia y esencial condición de la palabra.
Las personas que firmamos esta carta creemos firmemente en esta pluralidad poética heredada –a la que hemos tratado de contribuir activamente con nuestro propio trabajo– y por eso nos mostramos resistentes a cualquier forma de cierre normativo. Creemos necesario alzar un muro de contención ante actitudes que pretenden reproducir debates que «ya» no son legítimos –que, en realidad, nunca lo fueron– porque representan en sí mismos una agresión a esa misma pluralidad conquistada, al trabajo y legado creativo, teórico y vital de muchas poéticas y poetas precedentes y que recogen de manera natural el legado incuestionable de los padres de la modernidad poética: del romanticismo inglés y alemán al surrealismo pasando por Baudelaire, Rimbaud y Mallarmé. Ha costado mucho desterrar de nuestro campo literario el cainismo y la exclusión. No vamos a consentir ahora que vuelvan a reproducirse estrategias envenenadas similares. El debate de poéticas es necesario, útil el contraste filosófico, intelectual, en torno a la creación, pero siempre en el marco de un respeto escrupuloso a la diversidad y el disenso.
Por todo ello queremos reivindicar como legítimo y propio de la(s) poética(s) panhispánica(s) actual(es) los siguientes elementos:
Así, queremos reivindicar la convivencia de poéticas, la pertinencia del debate crítico, la belleza de la pluralidad como alimento de lo creativo. Y rechazamos de manera frontal cualquier estrategia de apropiación, simplificación o reduccionismo literario.
Y para que así conste lo firmamos en Madrid a de mayo de 2011.
Quien desee firmar esta carta sólo tiene que enviar un correo a: firmas.cartabierta@gmail.com
Imbuida en el riesgo y en lo sublime que precede a cada instante, la poesía de Sandra Santana puede definirse como una exquisita y aguda elaboración del enigma vital, en donde la voz despliega su red de huellas dactilares para descifrar los gestos frágiles de nuestra vida y catapultarlos, de forma diáfana y singular, hacia un delicado vértigo de la conciencia.
La escritura como diagnóstico, como desdoblamiento de pliegues ocultos y detalles ínfimos. Voz que se detiene ante una figura -la paladea-, que coquetea con el borde de un vaso de agua, que se incinera con el arder intermitente de un cigarro o que se cuestiona la habitabilidad del mundo.
Una constante y lúcida cadencia sintomática en donde la mutación del discurso puede apreciarse como el ensayo de un parte médico que la propia autora elabora para subrayar la vulnerabilidad del ser frente a la mirada del otro. Una óptica múltiple en donde el yo poético se descompone y acepta la presencia tácita e implícita de los lectores y de él mismo en el decurso de su trazo. En todo momento la palabra parece estar siendo sometida a un análisis de sus límites posibles detrás de cada acto o incertidumbre cognitiva . Su poesía se viste de composiciones afiladas que penetran con limpieza y precisión, como un bisturí que, al hendirse, no dejara rastro alguno sobre la piel, sino que provocara un lento e inminente sangrado interno: un vaciamiento de sí hacia sí.
La prosificación y el verso hilvanan las páginas intercalando sus alientos destellantes. El título de los capítulos que componen el libro, así como el de algunos poemas, guardan el tono de breves planteamientos filosóficos en donde de pronto brota la aparición del poema. Poesía que se despeña a partir de intensas apreciaciones y afinaduras de la mirada que mira lo que le es vedado al ojo. Poesía encasillada en la fragilidad de su verbo, el verbo vivir, el verbo con que escribimos a diario nuestros cuerpos en la página del día.
Bestimenta como máscara, como pudor, como vergüenza. Escritura de lo que se es, no diciéndose. Pasión, ternura, delicadeza, tacto y sentido: seducción: “La fealdad es el vestuario menos comprensible en el que se nos presenta la belleza”. Animal triste, ánima contemplativa. Monje que toca con sus dedos no el agua, sino su ebullición. Encuentro con uno mismo, con lo mismo. Enfrentamiento y aceptación, nunca sumisión, de lo que se es. Y amarlo.
Fragmento del prólogo (por Julio Espinosa Guerra)
El autor es el primer lector de su obra. Es, por llamarlo de algún modo, el testigo presencial del hecho literario. Mientras que al lector la obra se le presenta en su totalidad, al autor se le va develando poco a poco; él y nadie más es el que la acompaña en su periodo de gestación. Por eso puede responder a ciertas preguntas medulares, debido a que posee el registro total del tránsito de sus palabras. El autor no es otra cosa que un “lector privilegiado”.
o. pirot