Los niños son los
mejores periodistas que existen. Su curiosidad, su natural sutileza y su
temperamento esencialista, los hacen apropiarse de los instantes con una
frescura y espontaneidad envidiables. Las preguntas que los niños se hacen van
más allá de cualquier deseo de aprehensión absoluta de la realidad y obedecen
simplemente a la satisfacción de expresar sin miramientos lo que en ese momento
pasa por su cabeza.
Hace unos cuantos
meses tuve la oportunidad de escuchar recitar a la poeta argentina Luisa
Futoransky en la librería del
Centro de Arte de Madrid (Galileo, 52). Junto a ella leyeron también los poetas
Juan Soros, Jesús Urceloy y Sebastián Fiorilli.
Al término de su
lectura, Luisa Futoransky nos compartió una anécdota que me relampagueó por completo.
Nos contó que en una ocasión, al finalizar uno de sus recitales, un niño de
alrededor de 10 años se le acercó y sin más le pregunto:
- ¿Cuándo escribiste tu primer poema?
Y justo cuando
Luisa se disponía a contestar la pregunta, el niño recapacitó de forma
inmediata y cambió la pregunta diciendo:
- No, mejor dime, cuando escribiste tu primer
poema ¿cómo te diste cuenta de que era un poema?
Pues bien, desde
que escuché aquella anécdota no he podido dejar de hacerme esa pregunta y de
buscar una respuesta propia que me deje tranquilo y satisfecho. Creo que esta
pregunta es digna de un gran periodista y creo que es una pregunta a la que
todos, en mayor o menor medida, deberíamos de dar una respuesta, sino a manera
de poética, sí a manera de reflexión autocrítica.
Quizá pasen los
años y jamás logre responder a una pregunta de tal calibre con la certeza y la
convicción que me gustaría; pese a ello, y con esto termino, dejo aquí mi propia
respuesta animando a que alguien más busque la suya propia.
¿Cómo me di cuenta
de que era un poema?
R= Me di cuenta de
que era un poema porque en él las cosas habían dejado de ser ellas mismas para
convertirse en otras. Me di cuenta de que era un poema porque sentí deshabitar
mi cuerpo para habitar el lenguaje. Me di cuenta de que era un poema porque a
través de la palabra sentía que había “descubierto” una nueva forma de
deletrear el mundo.
Es muy interesante la pregunta. De hecho puede ser una de las Preguntas. Supongo que aparece también cuando se escribe prosa (que se viene en llamar "prosa poética" en ocasiones) cuando surge algo que estando ahí, en la precepción, pero sin ser señalado con palabras se produce y se agita hasta que se convierte en palabra o en signo o en música. Se adquiere la destreza para vehicular y dirigir al centro de la producción lingüística dicha percepción y así tener un objeto que es lenguaje para, a partir de él, con forma, figura, voz, ir tirando del hilo y así construir un "espacio". Siempre me remito a María Zambrano de alguna u otra manera. Será por justicia poética...
ResponderEliminarhttp://bibliotecadepoesiacontemporanea.webnode.es
Hola mi querido Alfonso, gracias por pasarte por aquí. Me gustó mucho tu referencia sobre la agitación de la percepción hasta su transmutación en palabra. Creo que ese transvase es lo que sostiene el misterio, y coincido contigo en que a la prosa poética o al poema en prosa le pasa lo mismo. Y sí, es imposible no remitirnos a María Zambrano, a su libro "Filosofía y Poesía" le debemos erigir un templo en nuestros corazones. Un abrazo,y andamos por ahí o por allá!
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