martes, 25 de diciembre de 2012

Pequeña reflexión sobre el "Popol Vuh"






Ahora que -después de tantos meses de especulaciones, debates e incertidumbre- hemos visto cómo la falsa alarma sobre el supuesto fin del mundo no ha hecho sino enmudecer las  interpretaciones de lo que para muchos era el Apocalipsis más previsible, quisiera hacer una pequeña reflexión sobre una de las herencias culturales más enriquecedoras de la antigua civilización maya: El Popol Vuh.

Si bien los mayas resaltaron por su exactitud cronológica, su numeración vigesimal, sus códices y sus cálculos astronómicos, lo cierto es que sus obras literarias resplandecen con el mismo fulgor que el de su legado arqueológico. 

La literatura maya nos ha heredado 3 grandes obras: El Chilam Balam, El Popol Vuh y El Rabinal Achi. Todas ellas pertenecen a los quichés de Guatemala, a quienes se les atribuye el más grande tesoro mitológico de los pueblos prehispánicos.

Pese a las controversias que giran entorno al origen del Popol Vuh (se cree que fue escrito por un indio quiché a principios del siglo XVI, entre otras posibles vías), lo cierto es que en él se refleja un imaginario único y revelador que da cuenta de una cosmovisión llena de símbolos y revelaciones. A principios del siglo XVIII, el libro fue descubierto por el padre Francisco Ximénez en un convento erigido por los frailes dominicos en Guatemala. A partir de ese momento, el Popol Vuh no tardaría en traducirse al español y, décadas más tarde, en darse a conocer en otros puntos de Europa.

En nuestros días, los mayas han estado presentes entre nosotros, más por nuestro afán mediático de un supuesto Apocalipsis, que por un diálogo y un intento de comprensión cultural.
Nuestras ideas sobre el progreso y la competencia nos dirigen hacia un espejismo que nos está costando el agotamiento de los recursos naturales y una desigualdad social tan lamentable como infundada. Nos empeñamos en adjudicar el fin de nuestro mundo a los conocimientos de grandes civilizaciones, en vez de hacer caso a su riqueza artística y a lo que la propia naturaleza nos está murmurando.   

Cuando uno lee el Popul Vuh, inmediatamente cree entrar en una esfera sagrada. La historia sobre el origen del mundo, la creación de diversos animales, la conformación carnal del hombre a partir del maíz, la importancia del juego de pelota, la explicación de ciertos fenómenos naturales y las diversas peripecias entre los dioses, hacen de esta obra una fuente enigmática que no sólo ha influido en grandes obras literarias (como en El Aleph de Borges), sino que ha dejado un testimonio sobre una de las Teogonías más fascinantes de la literatura universal.

Desde mi punto de vista, uno de los aspectos que más llaman la atención de este libro es su "impronta de oralidad". Existen dos teorías sobre el carácter oral de la obra: la primera, aquella que sostiene que las narraciones eran transmitidas de boca en boca a través de diversas generaciones hasta que por fin resultaron en una obra escrita; y la segunda, aquella que opina que la obra permanecía en pinturas jeroglíficas que los sacerdotes interpretaban  y compartían a la comunidad.  Sea cual sea la teoría verdadera, es evidente que esta característica es por demás visible, ya que pareciera que el propio libro nos hablara con una frescura y una soltura vivas. Por momentos, nos hace recordar a la estructura de ciertas canciones infantiles, gracias a las fórmulas de repetición que nos hipnotizan como si un anciano nos cantara al oído. También son muy frecuentes los paralelismos de ideas y frases, así como la reiteración de nombres propios, tal y como Georges Raynaud (traductor del Popul Vuh al francés) nos lo puntualiza.

El título “Popul Vuh” ha sido traducido al castellano como “El libro del Consejo” o “El libro de la Comunidad”.  Creo que en la actualidad deberíamos poner más atención en el origen y el legado maya que en las interpretaciones sobre su calendario; más énfasis en el concepto de renovación espiritual que en el de un final apoteósico.

Aunque ya hace muchos años que leí esta obra, ahora veo en ella ciertos conceptos que nos resultarían mucho más provechosos como sociedad que cualquier falsa propaganda para los turistas apocalípticos y los llamados “precaucionistas”. Conceptos como:  comunidad, comunión con la naturaleza, respeto al universo, renovación de nuestra visión sobre el mundo, oralidad, el juego, lo tribal, el diálogo con el pasado, preservación de valores universales y la transmisión de imaginarios.

Finalmente, si atendemos a que -de acuerdo con los mayas- el hombre fue hecho de maíz, la enseñanza principal sería proteger nuestra propia carne: hacer de la tierra nuestro propio cuerpo y cuidarlo de esta devastación.  Hay que dialogar con nuestros diversos orígenes en vez de apostar por un cataclismo del que sólo nosotros estamos siendo los únicos responsables.  

4 comentarios:

  1. Muy interesante articulo.
    ¿Que les parece el libro de "Enseñanzas Sceretas del Popol Vuh"?
    http://www.samaelgnosis.net/popol_vuh/index.html

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    1. Hola, muchas gracias por la lectura! No he leído el libro que me recomiendas, le echaré un vstazo, un saludo!

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