El nevado silencio de tu carne
El nevado
silencio de tu carne,
despojada
blancura que inventa
otra piel en
mi cuerpo,
bosque
impalpable de murmullos.
Tu voz
salvaje me protege,
delgada y
oscilante,
como el
canto de los pájaros
alrededor de
la niebla.
Eres la flor
que detecta la piedra intangible de la noche,
la flor que
se arquea y derrama
su sangre en
el musgo del horizonte.
Tus ingles
sostienen mi voz con su alfombra
y desprenden
el vuelo hacia mi lengua de humo.
Levantas las
ruinas de mis paisajes muertos
sembrando
campanas en las cenizas del hambre.
Nuestras
bocas palpitan entre la herida y el cielo
y ahorcan la
penumbra en un beso de plata.
Eres la
nieve que suena bajo mi nombre.
En tus manos
me fundo
como una
huella sin tiempo.
(o. pirot, inédito)